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Estrés y ansiedad durante la oposición


¡Hola de nuevo opositoras!


En esta publicación me gustaría hablaros de una de las caras menos visibles de un opositor: las consecuencias que sufre nuestro cuerpo a causa del estrés, la ansiedad  y por todas las horas que pasamos sentados delante de una mesa de estudio.

Los opositores no sólo tenemos que afrontar y sobrellevar los miles de cambios anímicos por los que pasamos durante toda la etapa de estudio (motivación, depresión, alegría, tristeza) si no que, además, sufrimos el "mal del opositor": acabamos teniendo consecuencias a nivel físico.


Como siempre, en esta publicación os voy a hablar de mi experiencia y de las consecuencias que noté en mi cuerpo mientras opositaba. Os adelanto que alguna de ellas las sobrellevé mejor que otras en la última oposición. ¡La experiencia es un grado! :)


Bromas aparte, creo que este tema es el gran olvidado. Nadie nos suele preguntar cómo estamos anímica o físicamente y no todos te entenderán si comienzas a "quejarte" de tu situación: de que éstas triste, te duele la cabeza, la espalda, estás bloqueada y muchas veces, perdida.


Pero, como veréis, muchos de los sentimientos que ahora tenéis o las sensaciones que no se os van del cuerpo son comunes en la mayoría de personas que trabajan a diario con tanto esfuerzo por conseguir una meta.




¡Allá vamos!

Dolor de codos

El nombre de mi cuenta “Me duelen los codos” es un pequeño homenaje a mis primeros síntomas como opositora. Las molestias en esta parte del cuerpo fueron aumentando a medida que pasaba horas y horas delante del temario y rodeada de leyes. Como os conté en mi primera publicación, fue en este momento cuando comprendí que me había metido en algo muy serio y que nada tenía que ver con la forma de estudiar a la que hasta entonces estaba acostumbrada tras acabar mi licenciatura.

Solución: Cambios de postura continuos y modificación del habito de estudiar con los codos apoyados en la mesa. 


Bruxismo


¡Uno de mis mayores miedos! Empecé a apretar de forma compulsiva los dientes mientras dormía y me despertaba con un horrible dolor mandibular. La primera vez que tomé conciencia de este problema fue cuando una mañana, al desayunar una tostada como siempre noté como al abrir la boca crujió toda la zona de la mandíbula y al tocar el músculo estaba duro, como si tuviese un nudo.


Confieso que me asusté bastante porque ya conocía casos de compañeros que habían empezado a apretar los dientes tras meses de estudio.

Sabía que era un hábito causado por el estrés y los nervios y que tenía solución, pero, no me preguntéis por qué, pase toda la oposición con dolores sin darle demasiada importancia.

Pero… el cuerpo es sabio y, aunque yo no me notase nada nerviosa en esta segunda oposición de promoción interna, ni creía que tenía estrés, los madrugones del #turnofantasma, el trabajo, la academia, las tareas de la casa y un mínimo de vida social me pasaron factura y se tradujeron a la vuelta al temido BRUXISMO.

No tardé ni un mes en volver a apretar los dientes, todos los días y cada día con más fuerza. Había días que casí no podía morder algo muy duro. Esta vez sí decidí poner remedio al problema y acudí por recomendación de una compañera a la consulta del Dr. López Espinosa “Clínica Dental Smile Studio” para que me hiciese una férula de descarga y me explicara mejor las consecuencias del bruxismo y la importancia del desgaste dentario.

Os lo recomiendo porque me trató fenomenal, me lo explicó todo super bien, tuvo paciencia con mi disponibilidad horaria y lo más importante, fui otra desde que empecé a utilizar mi férula todas las noches.

¡Desapareció el dolor al instante! Como me comentó el doctor, iba a seguir apretando los dientes hasta que mi situación “mental” volviese a la calma. Es decir, los nervios y la ansiedad de la oposición seguían estando presentes, pero al menos no lo pagaba con mis dientes y mi mandíbula.

Dolores musculares

Cuando comencé a opositar sabía que durante muchos meses mi única compañía serían mi mesa de estudio, mi temario y mis subrayadores por lo que decidí crear un lugar de estudio cómodo y acogedor. Compre una mesa bastante grande, una silla cómoda, con buen respaldo, ruedas y con posiciones ajustables. Empecé a utilizar un atril para no tener que agachar la cabeza y la habitación tenía luz natural suficiente como para pasar muchas horas en ese lugar. Aun así, por mucho que intenté evitar que esto me ocurriese, los dolores musculares aparecieron. (¡Ya os contaré mi remedio para que desaparecieran!)

Comencé poco a poco, con dolores de cuello tras acabar la jornada de estudio, o sensación de pesadez en las piernas tras pasar tanto tiempo sentada. La peor parada en mi cuerpo fue la espalda. Estar sentada durante un mínimo de 6 horas al día en la misma posición me pasaron factura.

Aunque intentaba hacer ejercicio un mínimo de tres días a la semana y caminar siempre que podía, el dolor de espalda seguía dia tras día. Me recomendaron que empezará a nadar, a estirar todos los días y a ir a clases de yoga o pilates.

Os prometo que si hubiese tenido tiempo real hubiese ido a todo, pero, ya sabéis la realidad del opositor: una hora perdida de estudio, sobre todo en la fase final, es un privilegio que pocos se pueden permitir. Por lo que continué con dolores más o menos intensos hasta que terminé la oposcion.

En las de promoción interna, más madura que en las primeras, he acudido cada quince días a un amigo fisioterapeuta que me dejaba como nueva y me hacía volver al estudio con más fuerza y menos dolor.

Estudiar mientras dormía

Me ocurrió durante toda mi etapa de opositora. La mayoría de días me despertaba con la sensación de haber estado estudiando toda la noche, recordaba haber estado leyendo los artículos que justo había repasado el día anterior o me veía haciendo test en los que fallaba todas las preguntas. En las últimas semanas antes del examen esta sensación era tan frecuente que al despertarme en lugar de estar despejada sentía que había estado trabajando toda la noche. Os confieso que esto es algo que no pude evitar, sobre todo, como os cuento, en las últimas semanas y que generó en mí más nerviosismo del que me hubiese gustado.


Ansiedad


Sólo me pasó una vez pero me dejó un poco "traumatizada". Quienes me conocen saben que soy una persona tranquila, que controlo bien los nervios y no suelo bloquearme en momentos de estrés. Pero en 2010, cuando nos anunciaron la fecha del primer examen decidí que había llegado el momento de darlo todo y empecé a estudiar más horas y a descansar menos con la idea de que era el último empujón y podría con ello. ¡No duré ni una semana en ese estado de euforia! Lo repito, el cuerpo es sabio y nos lanza señales al mínimo cambio perjudicial para nosotros. Y el mío me lo lanzo en forma de un pequeño ataque de ansiedad. Volvía en coche de la academia cuando empecé a notar un malestar general y notaba como el corazón me iba a mil por horas. Era una sensación como de no poder respirar. ¡No os lo recomiendo!


Solución: volver a la calma, al estudio consciente y a creer aún más en mis capacidades y en mi esfuerzo durante todo el año.  



Es cierto que cuando acabas todo se olvida y tu vida vuelve a la normalidad. Además es tanto el subidón que sientes cuando sabes que eres funcionaria que hace que todos los dolores hayan merecido la pena. ¡Por eso hay que seguir hasta el final!


¡Animo con el estudio!


M.


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